BB Carafa di Maddaloni

Un gran pequeño tesoro en el pecho lleno de encanto y magia, una Maison de Charme, en lugar de una cama y desayuno, Carafa di Maddaloni habitaciones equipadas con todas las comodidades, decoradas con muebles antiguos, suelos embellecido por el final del '800 objetos recogidos y perfeccionando a lo largo de los siglos.Toledo Sala: una bóveda, 6 metros de altura, un piano, muebles, esculturas que parecenSala de Spaccanapoli: colores íntimo, romántico e intenso en la sala se dedica a la carretera SpaccanapoliSala de cariátides des Cariátides: rojo pompeyano, el color amado por los patricios de la antigua Pompeya. Y las ventanas se puede ver el gran fresco dell'androne: las Cariátides.Muy cerca se encuentra el Museo Arqueológico, el Palacio Real, Teatro San Carlo, la Capilla de San Severo, la Iglesia de Santa Chiara y Nuovo Gesù, el pintoresco mercado de Pignasecca, Universidad de Oriente, Universidad Federico II.La proximidad del metro, funicular, puerto, estación de tren y le permite hacer una parada en la Reggia di Caserta, Parque del Vesubio, Pompeya, Capri y muchos otros lugares maravillosos en el golfo.Una estancia en esta propiedad le sumergirá en una atmósfera de otros tiempos y gracias a la amabilidad y profesionales del personal harán de su día de fiesta en un sueño.La historia: la construcción del edificio Carafa di Maddaloni comenzó entorno al año 1580, cuando el Marqués Cesare D'Avalos empezó a adquirir los terrenos comprendidos en el cuadrilátero entre las calles Toledo y Monteoliveto, que eran posesiones del Monasterio degli Olivetani y de la Arciconfraternita dei Pellegrini. En el 1650 Palazzo D'Avalos pasa al Duque de Maddaloni, Diomede di Carafa, del que tomó su nombre desde enconces. Es el Duque de Maddaloni quien acomete la restauración del Palacio cuya obra encargó a Cosimo Fanzago, que en aquellos años se encontraba en su plena madurez artística. Habiendo huído de Nápoles por los levantamientos revolucionarios capitaneados por Masaniello. Diomede di Carafa, una vez pasado el peligro, decide volver y atestiguar la consolidación del poder de su noble familia confiando a Fanzago el proyecto de la majestuosa portada barroca caracterizada por la elaboración de sus piedras talladas en relieve, del magnífico pórtico y de la escalinata con sus estucos. Con el pórtico Fanzago pretende imponer la presencia del palacio en el contexto ciudadano, con una triunfal apertura hacia la calle conocida como Spaccanapoli, ya caracterizada por la riqueza de las residencias patricias y los edificios religiosos. El edificio estaba frecuentado por ilustres personajes entre los cuales destaca Casanova. En la segunda mitad del S XVIII, otro artista de gran autoridad presta su obra a las salas del palacio, es Fischetti, a quien se deben las decoraciones de la Sala Maddaloni, que, en las primeras décadas del S XX fue sede de importantísimos conciertos, hospedando músicos como Horowitz y Backhaus. Aunque abandonado por las familias aristocráticas y protagonista de otro tipo de hechos históricos entre los que se encuentra el bombardeo de una de sus alas en el último conflicto bélico mundial y su posterior ocupación por las tropas aliadas, el palacio conserva el encanto irresistible de las fastuosas residencias nobiliarias de otros tiempos.